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Roberto Rosado
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UNA VIDA DE ORACIÓN

«Tú oyes la oración; a ti vendrá toda carne» (Sal. 65:2, RV95).

«Señor», clamó Razy, una niña de tan solo siete años, «me gusta mi país, me gusta mi escuelita, y me gusta la tranquilidad que tenemos aquí.

No me quiero ir a vivir a ese lugar peligroso del que hablan mis padres. Si tú puedes y quieres, líbranos de ese traslado. Te doy las gracias ya, porque sé que vas a responder mi oración». Así fue; a su debido tiempo, Razy recibió lo que había pedido. El Padre escuchó la sincera oración de la pequeña y decidió intervenir a su favor. ¡No hay oración sincera que nuestro Padre celestial pase por alto!

Qué bendición y qué increíble gozo aprender a estar en la presencia del Señor en oración. No hay problema tan grande que no tenga solución, si decides llevarlo a los pies de Jesús. ¿Qué necesitas en este día que el poder de la oración pueda hacer por ti?

¿Te urge que Dios te haga justicia porque estás siendo injustamente tratada y no sabes cómo resolver esa situación? «Dios oirá en los cielos, en el lugar de su morada, tu oración y tu súplica, y te hará justicia» (1 Rey. 8:49, RV95). ¿Necesitas salud porque un dolor o una enfermedad te aquejan? «El Señor, Dios de tu antepasado David, dice: “Yo he escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte”» (2 Rey. 20:5). ¿Te sientes desvalida, como si a nadie le importaras? Las Escrituras te aseguran: «Habrá considerado la oración de los desvalidos, y no habrá desechado el ruego de ellos» (Sal, 102:17, RV95). ¿Te sientes desfallecer, como si ya no te quedaran fuerzas para seguir adelante o, tal vez, ni siquiera para orar? Mira lo que dice el profeta Jonás: «Al sentir que la vida se me iba, me acordé de ti, Señor; mi oración llegó a ti en tu santo templo» (Jon. 2:7).

Orar. Esa es la clave para todas las situaciones de la vida: para sobrellevarlas, para hallar la respuesta divina y no la humana, para recibir las fuerzas que solo Dios puede darte, para salir de casa todas las mañanas confiando en el poder divino.

Si estás afligida, ora (ver Sant.5:13). Si necesitas «que Dios te dé sabiduría y entendimiento», ora (Fil. 1:9). Si necesitas el perdón de Dios en esta mañana, confiésale sin reservas tu pecado y tu maldad, y el Señor te perdonará (ver Sal. 32: 5). Vive una vida de oración. Este es el hábito más decisivo que puedes adquirir en la vida; dale la importancia que merece.

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Narrado por: Sirley Delgadillo
Lecturas Devocionales para Damas 2020
Un día a la vez
Por: Patricia Muñoz Bertozzi

Roberto Rosado
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RECARGA TUS BATERÍAS ESPIRITUALES

«Procuren vivir tranquilos y ocupados en sus propios asuntos» (1 Tesa. 4:11).

A Hany acababan de regalarle un helicóptero de juguete con mando a distancia. ¡Qué ilusión tan grande le hacía el regalo que le había hecho su papá! Estaba con el control en las manos para hacer volar aquel aparato en las alturas cuando escuchó: «¡Listo, Hany?». «¡¡¡Listo!!!», respondió. Qué desilusión se llevó cuando el helicóptero no levantó vuelo. Por fuera se veía perfecto, pero algo en su interior no funcionaba bien. ¿Qué sería? Papá lo abrió y comprobó entonces que no tenía baterías. Eso mismo nos sucede a nosotras a menudo: por fuera, se nos ve radiantes; por dentro, nos hemos quedado sin baterías. Demasiadas preocupaciones, frustraciones y emociones acumuladas en nuestro interior que nos dejan sin baterías espirituales. Así es imposible volar.

Cuando nos encontramos inmersas en las preocupaciones familiares y económicas, las insatisfacciones con el trabajo o la iglesia y determinados recuerdos dolorosos, perdemos la alegría de ser cristianas. Nos descargamos espiritualmente. Las emociones nos persiguen como fantasmas en la oscura habitación interior de nuestros pensamientos, y se vuelve difícil practicar una religión alegre. Si te sientes así, es hora de repostar. ¿Cómo? No existe una fórmula exacta que se aplique a todas por igual. Si echamos un vistazo a algunos personajes de la Biblia podemos tomarlos como referencia para nuestro caso personal.

Por ejemplo, María, «llorando, se puso junto a los pies de Jesús y comenzó a bañarlos con lágrimas. Luego los secó con sus cabellos, los besó y derramó sobre ellos el perfume» (Luc. 7:38). Las heridas de la vida habían hecho mella en el ánimo de esta mujer, que encontró su libertad en Jesús y renovó sus energías espirituales entregándose a él. Pedro «subió a orar a la azotea de la casa» (Hech. 10:9), porque hablando con Dios a solas en oración era como recargaba las baterías para continuar con la difícil misión que el Señor le había encomendado. Nicodemo, «que era un hombre importante entre los judíos, fue de noche a visitar a Jesús» (Juan 3:1-2) para hacerle las preguntas que turbaban su paz. En las respuestas del Maestro encontró aliento.

Así como no se puede disfrutar un juguete que no tiene baterías, no podemos disfrutar la vida, las relaciones humanas ni la religión si no estamos espiritualmente cargadas. Entrégate a Jesús, ora, encuentra en la Biblia las respuestas a tus preguntas. Y no olvides hacer todo esto cada mañana. No salgas de tu casa vacía, porque eso te impedirá volar.

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Narrado por: Sirley Delgadillo
Lecturas Devocionales para Damas 2020
Un día a la vez
Por: Patricia Muñoz Bertozzi

Roberto Rosado
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ABRAZOS DIARIOS

«Ellas se acercaron a Jesús y lo adoraron, abrazándole los pies» (Mat. 28:9).

Cada noche, en nuestro culto de adoración a Dios, mi familia y yo entonamos cánticos infantiles, contamos historias para que nuestros pequeños comprendan el amor del Padre Celestial, expresamos nuestros agradecimientos, peticiones y oraciones y, para terminar, nos abrazamos. Es maravilloso sentir el amor de nuestros hijos expresado en sus pequeños brazos rodeando nuestros cuerpos. Los abrazos diarios de mi familia me llenan como pocas cosas pueden hacerlo.

En los tiempos bíblicos, la gente también se abrazaba. De hecho, uno de los abrazos más emocionantes que menciona la Biblia se encuentra registrado en Génesis 46. Es un encuentro lleno de pasión entre un padre y su hijo, al que había creído muerto durante muchos años y de quien, finalmente, había sabido que vivía. Anciano ya y con gran expectativa en su corazón, Jacob salió al encuentro de José. Era un sueño hecho realidad. Imagino que el corazón del gran patriarca comenzó a latir con una fuerza inusual; que sus manos, temblorosas por su avanzada edad, estaban deseando tocar a José; que con los ojos abiertos oteaba el horizonte para estar seguro de no perderse un solo detalle del encuentro. Imagino su rostro de alegría, su mente recreándose anticipadamente en lo que estaba a punto de suceder.

«Cuando llegaron a Gosén, José ordenó que prepararan su carro para ir a recibir a su padre. Cuando se presentó delante de su padre, lo abrazo y estuvo llorando largo rato sobre su hombro» (Gén. 46:28-29). Se unieron dos seres en toda su plenitud y se expresaron, sin palabras, con el lenguaje del alma, el amor profundo que sienten un padre por su hijo y un hijo por su padre. Es increíble todo lo que puede expresarse por medio de algo tan sencillo como un abrazo. Perdérselo, sería realmente una gran pérdida.

Abrazar es una manifestación de amor, una terapia, un recurso gratuito y necesario que haríamos bien en convertir en hábito. Abrazar a nuestros familiares y amigos es un privilegio que tenemos a nuestro alcance. Esa sensación de pertenencia que confiere el abrazo nos ayuda a disminuir la tensión nerviosa y el insomnio, a aumentar la autoestima, a derrotar el temor y a retrasar el envejecimiento. Pruébalo hoy. Y mañana.

No dejes de rodear a otros con tu amor y, cuando salga el sol cada mañana, levanta los brazos al cielo y abraza a Jesús con un abrazo de fe. Haz de esto un hábito.

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Narrado por: Sirley Delgadillo
Lecturas Devocionales para Damas 2020
Un día a la vez
Por: Patricia Muñoz Bertozzi

Roberto Rosado
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EL SOL

«Sale el sol, se oculta el sol, y vuelve pronto a su lugar para volver a salir» (Ecle. 1:5).

Estamos iniciando estos días de enero poniendo énfasis en la necesidad de desarrollar hábitos saludables; hábitos físicos y espirituales que mejoren todos los aspectos de nuestra vida. Pues bien, hoy voy a hablarte del sol, esa lumbrera mayor que con tanto amor creó Dios para el ser humano (ver Gén. 1:16-18; Sal. 136:7-8).

La luz solar, tomada a horas tempranas de la mañana o a última hora de la tarde para evitar el riesgo de quemaduras en la piel, es fundamental para:

El buen ánimo, pues aumenta los niveles de producción de serotonina en el cerebro, y esta sustancia es una de las responsables de que nos sintamos bien. Por eso es sabido que el sol ayuda a combatir la depresión, porque ayuda a la producción de una de las hormonas de la felicidad.
La fortaleza de los huesos. Está demostrado que la luz solar aumenta la producción de vitamina D en nuestro organismo, y esta es indispensable para la absorción del calcio. Así que tomar el sol contribuye a tener huesos fuertes y evitar la osteoporosis.
La prevención de dolencias como el cáncer, la hipertensión y las enfermedades inmunológicas, tal como señalan diversas investigaciones.
¿Qué te impide salir media hora todos los días a pasear un poquito al sol? Sabiendo lo fundamental que es para que estés sana y te mantengas fuerte, creo que desarrollar este hábito debe ser una prioridad en tu agenda. Igual que desarrollar el hábito de exponerse cada día, al menos una hora, a la Luz mayor, la Luz de Dios que proviene de su Palabra.

Dice Elena G. de White: «Sería bueno que cada día dedicásemos una hora de reflexión a la contemplación de la vida de Cristo. Debiéramos tomarla punto por punto, y dejar que la imaginación se posesione de cada escena, especialmente de las finales. Y mientras nos espaciemos así en su gran sacrificio por nosotros, nuestra confianza en él será más constante, se reavivará nuestro amor, y quedaremos más imbuidos de su Espíritu. Si queremos ser salvos al fin, debemos aprender la lección de penitencia y humillación al pie de la cruz» (El Deseado de todas las gentes, cap. 8, p. 66).

«Para ustedes que me honran, mi justicia brillará como la luz del sol, que en sus rayos trae salud» (Mal. 4:2). Amén.

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Narrado por: Sirley Delgadillo
Lecturas Devocionales para Damas 2020
Un día a la vez
Por: Patricia Muñoz Bertozzi

Roberto Rosado
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EL PROMOTOR DEL DESCANSO

«Jesús les dijo: "Vengan, vamos nosotros solos a descansar un poco en un lugar tranquilo". Porque iba y venía tanta gente, que ellos ni siquiera tenían tiempo para comer» (Mar. 6:31).

Según datos de octubre de 2018 de la American Psychological Association (APA), la tercera parte de la población estadounidense padece estrés, y un 48% afirma que su estrés ha aumentado en los últimos años. Este aumento se debe básicamente a la preocupación por la seguridad personal a causa de la violencia; a la marcha del país debido a ciertas inestabilidades políticas; al miedo que generan las noticias de la televisión y el periódico; y a la preocupación por el dinero (economía personal), el trabajo (estabilidad laboral) y la salud. La APA considera que, en un rango del 0 al 10, el nivel de estrés de los norteamericanos es de 4.9 entre los adultos y de 5.7 en los millenials. El 74% de los adultos encuestados dicen haber experimentado al menos uno de los síntomas del estrés en el último mes; el 45% reconoce despertarse por las noches a causa del estrés.*

De acuerdo con la misma APA, el estrés está afectando a las relaciones personales, a los hábitos de alimentación y de sueño, al rendimiento laboral y a la salud. Como ves, no es una cuestión baladí. La mayoría de nosotras nos vemos inmersas cada día en un correcorre que nos impide disfrutar de experiencias indispensables para el equilibrio mental y físico: leer la Biblia a solas y sin prisa; admirar una puesta de sol meditando en nuestro Creador; disfrutar de una tarde charlando con nuestros hijos de los temas que les interesan; o, sencillamente, estar, sin más, sin pensar y sin tener que hacer nada.

Cierto que los afanes de la vida nos reclaman y es difícil saber cómo gestionarlos sin estresarnos, pero hemos de darle al descanso la importancia que tiene. Jesús, nuestro ejemplo en todas las cosas y nuestro Maestro en el arte de vivir, nos lo dice muy claramente a través de su experiencia con sus discípulos (como ves, incluso la obra de Dios puede generar altos niveles de estrés si no sabemos dosificar nuestras energías): «Vengan, vamos nosotros solos a descansar un poco en un lugar tranquilo» (Mar. 6:31). No olvides descansar, para que no sufras las consecuencias del estrés crónico. Sé cristiana también en esto.

*https://www.apa.org/news/press..../releases/stress/201 [consultado en mayo de 2019].

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Narrado por: Sirley Delgadillo
Lecturas Devocionales para Damas 2020
Un día a la vez
Por: Patricia Muñoz Bertozzi

Roberto Rosado
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CUIDA TU CUERPO

«Nadie odia su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida, como Cristo hace con la iglesia» (Efe. 5:29).

Un predicador itinerante de los tiempos antiguos, terminó de predicar una mañana y se dispuso a regresar a su tierra. Las personas que lo habían escuchado, entusiasmadas por todo lo que habían aprendido de las sabias palabras de aquel hombre, decidieron acompañar al carruaje hasta que saliera de la ciudad, para mostrarle así su agradecimiento en forma de sencillo homenaje. Así que comenzaron a correr, rodeando el vehículo del predicador. Llegado un momento, el hombre mandó a su cochero que detuviera los caballos, y a continuación se bajó del vehículo. Alguien de la multitud exclamó:

— ¡Qué gran ejemplo de humildad!

A lo que el predicador respondió:

—No es humildad, sino sentido común: mientras ustedes hacen ejercicio yo no puedo estar aquí sentado sin participar de la mejor parte. Dejemos las teorías en el carruaje y permítanme ser parte de la acción.

«Ser parte de la acción», que forma inteligente de exponerlo. Porque la inacción (la falta de ejercicio físico y de actividad) tiene consecuencias nefastas para la salud, como la pérdida de facultades y masa muscular, el riesgo de enfermedades cardiovasculares o el envejecimiento prematuro.

Estoy segura de que conoces bien los beneficios del ejercicio físico, pero no viene mal recordarlos, para motivarnos de nuevo a convertirlo en un hábito diario:

Libera endorfinas, que mejoran nuestro estado de ánimo haciéndonos sentir felices.
Fortalece la autoestima.
Reduce los niveles de colesterol y la presión arterial.
Previene y ayuda a controlar la diabetes.
Mejora la calidad del sueño.
Aumenta las energías durante el día.
Dice 1 Timoteo: «Aunque el ejercicio físico sirve para algo, la piedad es útil para todo, porque tiene promesas de vida para el presente y para el futuro» (4: 8). Ahí tienes una combinación perfecta de mente sana en cuerpo sano: ejercitar el cuerpo para asegurarnos de que nos permita ir y venir cumpliendo el propósito para el que Dios nos ha llamado; y ejercitar sobre todo lo más importante, la piedad, la bondad, la compasión, la misericordia, para fortalecer lo espiritual, la fe, nuestra relación personal con Dios. No dejes de prestar atención a estas dos clases de ejercicio cada día de tu vida.

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Narrado por: Sirley Delgadillo
Lecturas Devocionales para Damas 2020
Un día a la vez
Por: Patricia Muñoz Bertozzi

Roberto Rosado
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TENER BUENOS HÁBITOS

«Mira la hormiga, perezoso, observa sus caminos y sé sabio» (Prov. 6:6, LBLA).

Durante una época en que vivíamos en Altos del Trapiche, Tegucigalpa, cada atardecer mi esposo y yo veíamos a un hombre de abrigo azul y barn gorro en la cabeza que caminaba con las manos en los bolsillos y con ciertas dificultades por causa del sobrepeso. Siempre, sin falta, cada tarde, caminaba vestido igual y por el mismo sendero. Lo perdimos de vista cuando nos mudamos pero, dos años después, lo vimos de nuevo, a la misma hora, en el mismo lugar y con el mismo abrigo azul. Sin embargo, no todo era lo mismo: ahora el abrigo le quedaba enorme. Había perdido peso y su paso era dinámico y sin dificultades, totalmente decidido, como el de quien no desea regresar a los días del pasado. Aquel hábito de salir cada tarde a caminar había dado fruto.

Los hábitos... Eso que hacemos a menudo y que, a fuerza de repetición, se convierte en nuestra naturaleza, en aquello que nos nace de manera automática. ¡Qué importantes son! Siendo que el Señor nos llama a renovar nuestra mente, nuestra manera de vivir (ver Rom. 12:2), es crucial que empecemos a dar importancia al desarrollo de hábitos saludables, para que lleguen a convertirse en nuestra naturaleza, en aquello que nos nace de manera automática. Y así como la salud física depende en gran medida de hábitos diarios como el ejercicio, el descanso, la buena alimentación o el agua, la salud espiritual depende de hábitos diarios como:

La oración a solas con Dios: «Jesús se retiraba a orar a lugares donde no había nadie» (Luc. 5:16).
La lectura de la Biblia, que nos enseña a tener discernimiento: «La comida sólida es para los adultos, para los que ya saben juzgar, porque están acostumbrados a distinguir entre lo bueno y lo malo» (Heb. 5:14).
La puesta en práctica de los principios del evangelio: «¡Quiero poner en práctica tu enseñanza, siempre!» (Sal. 119:44).
Huir de la ociosidad: «El perezoso desea y no consigue; el que trabaja, prospera» (Prov. 13:4).
Ser constante en toda buena obra (ver 1 Cor. 15:58; 2 Cor. 9:8).
«Llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Cor. 10:5, RVC).
Te propongo hoy comenzar a desarrollar buenos hábitos físicos (porque el cuerpo es templo del Espíritu Santo) y espirituales (porque por la fe vivirá el justo). Sin duda cosecharás los frutos en esta vida y en la venidera.

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Narrado por: Sirley Delgadillo
Lecturas Devocionales para Damas 2020
Un día a la vez
Por: Patricia Muñoz Bertozzi

Roberto Rosado
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TIENE QUE NOTARSE

«Así que, por sus frutos los conoceréis» (Mat. 7:20, RV60).

Un hombre decidió abrir una pescadería y puso al frente del establecimiento un rótulo que decía: «Aquí se vende pescado fresco». Pero cuando un amigo pasó a visitarlo, le comentó:

-Puedes borrar la palabra «aquí» del rótulo, porque le sobra. Es evidente que donde se vende pescado fresco es aquí, ¿dónde más podría ser?

Así que aquel hombre siguió el consejo de su amigo y eliminó del rótulo el adverbio de lugar. Ahora decía: «Se vende pescado fresco».

Unos días después, llegó a visitarlo otro amigo, que le hizo la siguiente observación:

-Oye, a tu rótulo le sobra la palabra «fresco», pues si el pescado que vendes no fuera fresco, ¿qué sentido tendría venderlo?

El hombre aceptó también esta sugerencia y quitó la palabra «fresco» del rótulo de la tienda. Ahora decía: «Se vende pescado».

Días después, un cliente le comentó:

—¿Por qué has puesto en el rótulo la expresión «se vende»? Si esto es un establecimiento abierto al público y lo único que tiene es pescado, resulta evidente que es para venderlo. ¿Para qué otra cosa podría ser?

Así que el dueño de la pescadería decidió eliminar la frase «se vende» del rótulo. Ahora decía sencillamente: «Pescado».

Por último, llegó una señora, que le dijo:

—Amigo, ¿para qué necesitas un rótulo que diga «pescado», si desde que uno da la vuelta a la esquina toda la calle huele a pescado? Es obvio que lo que aquí vendes es pescado, así que no necesitas ningún rótulo que lo diga.

Dime, amiga, ¿necesitas un rótulo que diga lo que eres, o con solo observarte, incluso en una relación poco cercana, resulta obvio que hueles a cristianismo? Lo que dices, lo que haces, tu manera de pensar, de ser, de reaccionar, de trabajar, ¿hablan por ti, o necesitas que alguien explique y justifique las incoherencias entre lo que dices ser y lo que eres? Ser cristiana no es ponerse elegante un día a la semana para ir a la iglesia; ser cristiana es vivir cada día conectada con Dios de tal manera que el Espíritu Santo obre en ti.

La palabra «cristiana» ha perdido valor por el tipo de testimonio que damos a veces los cristianos. ¿Qué te parece si decidimos reivindicarla con nuestra vida, para hacerle justicia a aquel por el cual nos llamamos así? Ese es mi deseo para ti en cada día del año que hoy comienza.

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Narrado por: Sirley Delgadillo
Lecturas Devocionales para Damas 2020
Un día a la vez
Por: Patricia Muñoz Bertozzi