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Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden;
2 Corintios 2:15
#UnaMejorManeraDeVivir #PastorRobertCosta
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Efesios 4:32
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Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
1 Samuel 16:7
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Mucha franqueza tengo con vosotros; mucho me glorío con respecto de vosotros; lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones.
2 Corintios 7:4
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El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende.
Salmos 34:7
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Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Mateo 6:14-15
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Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:6-7
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Si le preguntáramos a un grupo de cristianos sobre los “pecados de Sodoma”, es probable que muchos se pongan a enumerar diversos pecados sexuales y otras formas de depravación. Después de todo, Génesis 19:1 al 13 describe a una sociedad enferma y perversa más que propicia para la destrucción.
Un exceso recomendable
#LaVozDeLaEsperanza #PastorFrankGonzalez
Un corazón alegre
“Yo no soy profeta ni hijo de profeta, sino que cuido ovejas y cultivo higueras. Pero el Señor me sacó de detrás del rebaño y me dijo: ‘Ve y profetiza a mi pueblo Israel’ ” (Amós 7:14, 15. NVI).
A pesar del plan divino claramente detallado para la nación israelita, el pueblo israelita rara vez estuvo a la altura de su llamado. No muchas generaciones después de establecerse en la tierra, le pidieron a Samuel, el profeta y juez, que designara un rey para dirigir a su nación, “como tienen todas las naciones” (1 Sam. 8:5).
“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miq. 6:8).
Lee “Los últimos años de David”, en Patriarcas y profetas, pp. 737-746. “Los salmos de David pasan por toda la gama de la experiencia humana, desde las profundidades del sentimiento de culpabilidad y condenacio´n de si´ hasta la fe ma´s sublime y la ma´s exaltada comunión con Dios. El registro de su vida muestra que el pecado no puede traer sino vergu¨enza y afliccio´n, pero que el amor de Dios y su misericordia pueden alcanzar hasta las ma´s hondas profundidades, que la fe elevara´ el alma arrepentida hasta hacerle compartir la adopción de los hijos de Dios. De todas las promesas que contiene su Palabra, es uno de los testimonios ma´s poderosos en favor de la fidelidad, la justicia y sla misericordia del pacto de Dios” (PP 745).
Al ser una colección de dichos sabios, el libro de Proverbios aborda una amplia gama de temas y experiencias de vida. Entre ellas se encuentran reflexiones sobre la pobreza, la riqueza, el contentamiento, la justicia y la injusticia; en ocasiones desde diferentes ángulos. La vida no siempre es sencilla, y Proverbios nos alerta sobre las diferentes circunstancias y decisiones que influyen en el modo de vida, incluso entre quienes son fieles a Dios.
Al acercarnos al final del libro de Salmos, las exclamaciones de alabanza parecen ir in crescendo. Los últimos cinco salmos comienzan con un mandato sencillo y directo: “Alabad a Jehová”; sin embargo, el primero de ellos, el Salmo 146, hace un énfasis especial, como la razón principal de esa alabanza, en la preocupación de Dios por los pobres y los oprimidos.
El Salmo 101 es un pasaje para líderes. Se piensa que estos versículos fueron compuestos por David en los primeros días de su reinado como rey de Israel.
A pesar del orden y las reglas sociales dados por Dios, la nación israelita, en varias ocasiones en su historia, no cumplió con este plan. Fácilmente llegaron a ser como las naciones que los rodeaban, viviendo según un patrón de injusticia y opresión.
Como ya hemos visto, Dios ve y escucha a quienes están en peligro y en problemas. Muy a menudo en los Salmos, escuchamos los clamores de gente que ha confiado en Dios pero que no ve que se haga justicia. Las declaraciones de la bondad, la justicia y el poder de Dios pueden parecer desbordadas por la injusticia y la opresión que las voces de estos cantos experimentan u observan.
ARA MEMORIZAR: “Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; libradlo de mano de los impíos” (Sal. 82:3, 4)